Los
tiempos modernos han llegado con un nuevo legado, la introducción de las tecnologías
en todo tipo de actividad humana no solo ha brindado una constante mejora en la
calidad de vida de las personas, sino que ha ido rompiendo paradigmas de lo que
muchas veces se veía imposible de realizar, sin embargo como todo cambio posee
a su vez ciertas desventajas y en este sentido la velocidad con que se
presentan los avances tecnológicos genera en las personas una menor capacidad
de adaptación a los cambios, para lo cual es cada vez más relevante que las
personas cuenten con una mayor flexibilidad y capacidad de adaptación.
Es
urgente y relevante que las sociedades cultiven procesos de transformación dinámicos
que les permita adaptarse a este nuevo modelo económico y social en constante
evolución, se preparen y se encuentren capacitadas para adaptarse a los cambios o, mejor aún, tener capacidad
de ser protagonistas de ellos. Hasta
hace pocas décadas, la capacidad tecnológica era el elemento distintivo de las
sociedades más avanzadas. Sin embargo,
con el paso del tiempo, la tecnología, a pesar de seguir siendo un sine qua
non, se está mostrando insuficiente para ser competitividad en un contexto como
el actual.
Como solución a esta problemática, una de las
estrategias más desarrolladas consiste en la aplicación intensiva del
conocimiento en el desarrollo de procesos innovadores. El conocimiento es clave
en este tipo de procesos debido a que
cumple con la responsabilidad que, con la base tecnológica existente, los
bienes y servicios poseen un mayor valor
añadido transformándose así en productos mucho más competitivos en el mercado a
diferencia de la competencia. Es por esto que empresa modernas apuntan fuertemente
al desarrollo de un capital humano con una alta cualificación capaz de poner su
conocimiento, científico y tecnológico
al servicio de la innovación, Sin embargo y considerando la velocidad con que
avanza los procesos ya no basta con la
existencia de una capacidad tecnológica
y capital humano cualificado. El
creciente flujo de información y de personas ha facilitado el acceso a la
economía del conocimiento, igualando las capacidades de gran parte de nuestras sociedades. Frente
a este escenario es que surge un nuevo elemento competitivo, altamente
vinculado a la innovación y al conocimiento,
pero que compone un elemento diferenciador de las economías más
avanzadas: “la creatividad”.
En este sentido son tres los elementos
que determinan la capacidad de competir:
• El nivel de desarrollo
tecnológico
• La capacidad de generar
conocimiento
• La Creatividad
Estos
elementos interactúan entre sí, sin la necesidad que establezcan interrelaciones
unívocas o en único sentido, es decir cada elemento va en directa correlación
con el otro de manera continua generando un funcionamiento sinérgico
dentro de una dinámica de continua interacción.
Para
alcanzar el óptimo funcionamiento de este modelo necesario contar con un
capital humano que lo nutra, es decir, contar con personas que respondan a los
perfiles requeridos en cada uno de los tres ámbitos señalados:
• Capital social, con habilidad de
explotar al máximo la tecnología existente
• Capital Intelectual, dedicado a
generar nuevos cono cimientos
•
Capital Creativo, con
habilidades para generar
nuevas ideas creativas que permitan alcanzar la innovación.
La
presencia en economías con mayor capacidad de capital humano con alta
cualificación y sumado a una capacidad creativa y la correlación entre su
existencia y la de procesos de
innovación es un tema profunda mente analizado. Richard Florida ha sido uno de
los autores que ha contribuido de manera más notable a este planteamiento. En
su libro The Rise ofthe Creative Class2 atribuye a lo que denomina la Clase
Creativa un papel categórico en el crecimiento económico. Comprueba como las
personas más creativas tienden a ubicarse en lugares que se caracterizan por
tener altos grados de tolerancia, donde abundan las infraestructuras tecnológicas y se concentran gran número de talentos con
capacidad y formación técnica.
Los
trabajadores que formarían parte de esta Clase Creativa serían los
pertenecientes a aquellos sectores considerados tradicionalmente creativos (arte,
diseño, medios de comunicación, etc.). Además, este concepto abarcaría a
trabajadores con profesiones como ingenieros, científicos, investigadores,
informáticos, etc.
La
teoría de Florida acentúa la necesidad de ir en el descubrimiento y conquista del
potencial creativo de cada trabajador perteneciente a una organizacion, y no
solo a aquellos considerados como “Clase Creativa”. El crecimiento económico es
motivado por la creatividad, por lo tanto si queremos alcanzarlo, es
fundamental aprovechar la creatividad de segmentos más amplios de mano de obra
en sectores como los servicios o la industria.
Publicado por Mauricio Parra
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